Refranero español VI
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23 de mayo de 2019Hoy os traemos la vida y obra de un escritor y traductor no demasiado conocido de finales del siglo XVIII: Cristóbal Cladera.
Primeros años
No tenemos demasiados datos sobre su infancia. Sabemos que nació en La Puebla en 1760. Estudió en la Escuela de Gramática de Sa Pobla y con diez años ingresó en el Seminario de San Fulgencio de Murcia. Más tarde pasó a Orihuela y Valencia.
Se doctoró en Teología y algunos cuentan que también se doctoró en Derecho Civil y otros, que se licenció solamente. Recibió la tonsura en 1776 y desde entonces disfruta de un beneficio de la Catedral de Sevilla hasta 1785, pero obtuvo un permiso para residir en Cádiz. Fue, también, canónigo y tesorero de la Catedral de Mallorca.
Traslado a Madrid
Enemistad con Moratín
En 1785 Cristóbal Cladera se traslada a Madrid, donde se dedicará a traducir y escribir libros. Allí se enemista con Leandro Fernández de Moratín, que lo caricaturizará en su pieza La comedia nueva o El café (1792) como el personaje sabiondo de don Hermógenes.
Publicación de algunas obras
El mismo año de 1785 Cladera no consiguió imprimir su Historia crítica y política de los primeros ministros, consejeros y favoritos de los soberanos aunque contaba con el permiso para publicarla.
De su Disertación sobre el origen de las sociedades civiles o de la suprema autoridad, de 1787, se pueden sacar diversas conclusiones: se deduce que leyó a Rousseau y rebate sus teorías; se muestra partidario del derecho natural; elogia a Descartes y a Newton, mientras que condena a Maquiavelo y a Hobbes.
En 1787 ingresa en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid. También intentó publicar su Biblioteca periódica y elemental de ciencias, arte, literatura, pero la Real Academia de la Historia lo impidió al no darle su aprobación. No obstante, sí consigue imprimir su Espíritu de los mejores diarios literarios que se publican en Europa (1787-1790), que constaba de nueve volúmenes. Esta obra alcanzó una tirada descomunal para la época con 1390 ejemplares vendidos en el año de 1788, pero, como consecuencia de la Revolución francesa, se prohibió publicar en la prensa y le estropeó el negocio. Sin embargo, consiguió una beca para estudiar Antigüedades y Teoría de las Bellas Artes en Roma.
En 1793 Cristóbal Cladera publica Los sacrosantos concilios generales y particulares, en once volúmenes, y en 1794, las Investigaciones históricas sobre los principales descubrimientos de los españoles en el Océano, en el siglo XV y principios del siglo XVI, en respuesta a la memoria de Mr. Otto sobre el verdadero descubridor de América.
Ataque feroz a Moratín
En el Correo de Madrid publicará en 1790 una crítica negativa a la obra de Moratín El viejo y la niña, que el propio autor le rebatirá más adelante. La enemistad de Cristóbal Cladera con Fernández de Moratín llegará a su punto culminante en 1796, cuando Moratín consigue el puesto al que aspiraba Cladera en la Secretaría de Interpretación de Lenguas.
Cladera había estudiado idiomas y dominada tres lenguas modernas (francés, italiano e ingles) y cuatro antiguas (latín, griego, hebreo y árabe). Después de aquel varapalo, Cladera se dedica a zaherir las obras de Moratín. Como ejemplo significativo podemos citar su Examen de la tragedia intitulada Hamlet (1800), que Moratín había traducido. En esta obra lo acusa de haber plagiado su traducción de la Vida de Shakespeare (1709) de Nicholas Rowe. También criticó el poema moratiniano La sombra de Nelson.
Político afrancesado
Como político, se volvió afrancesado y representó a las Islas Baleares en Bayona, además de firmar la Constitución de Cádiz (1812). Fue jefe de división en el Ministerio del Interior y fue nombrado caballero de la Orden Real de España el 27 de octubre de 1809.
Últimos años de Cristóbal Cladera
Con la caída del régimen josefino, se exilia en Francia. No obstante, jura lealtad a Fernando VII y obtiene permiso para volver a España, a tiempo para impedir que adjudiquen su canonjía de la Catedral de Palma. Escribirá en su defensa acerca de este asunto en un pliego de descargo.
Pasó sus últimos momentos en Son Fe (Alcudia) y morirá en el convento de las carmelitas de Palma en diciembre de 1816.
La labor como traductor de Cristóbal Cladera fue muy importante. Tradujo al periodista Joseph Addison, a Edward Young, a François Fenelon y al jurista Maximiliano Murena, entre otros autores.